Barro, piedras y una cámara:
así fue el GP Internacional X-Sauce Cofídis en Alpedrete
Durante los 20 días previos al GP Internacional de MTB en Alpedrete no dejó de llover. No una llovizna simpática, no. Lluvia de la que empapa hasta los huesos y convierte cualquier sendero en un campo de batalla. Y allí estábamos todos: corredores, organizadores, fotógrafos… y yo, con mi cámara colgada al cuello y las botas hundidas en un terreno que pedía tregua.
Lo que viví el pasado fin de semana no fue una carrera más. Fue una mezcla de épica, resistencia y belleza cruda. El trazado, preparado por la organización con mimo, se convirtió en una trampa natural de barro espeso, raíces resbaladizas y piedras como cuchillas. Un cóctel poco benevolente con los ciclistas, pero visualmente poderoso para quienes, como yo, buscamos contar historias desde el otro lado del objetivo.
Porque al final, eso es lo que me mueve: capturar la esencia de lo que ocurre. No solo la acción, sino la atmósfera, el sufrimiento en una curva, la concentración en una bajada imposible, el barro en la cara que no se borra ni con los dedos, la luz de la mañana abriéndose paso entre la niebla, rozando las cintas del circuito.
Soy Carlos Martín, me dedico a la fotografía profesional y a la enseñanza de fotografía, y si algo intento transmitir a mis alumnos es esto: no se trata solo de saber manejar una cámara, se trata de saber mirar, de entender el entorno de anticiparte a lo que va a pasar… y estar ahí, justo ahí, cuando ocurre. Lo que pasó en Alpedrete no fue solo una prueba puntuable para el Campeonato de España, fue un recordatorio de que en lo salvaje, en lo extremo, también hay belleza. Que el barro puede ser poético si sabes dónde poner el foco. Que una roca puntiaguda puede contar más que cien palabras si la enmarcas con intención. Para mí, la fotografía de eventos deportivos no es cuestión de ráfagas ni de teleobjetivos. Es cuestión de sensibilidad, de empatía con los protagonistas, de respeto por la escena, y sí, también de saber lidiar con el agua, el frío y ese barro que parece tener voluntad propia. A todos los que organizan eventos, y a los que sienten curiosidad por la fotografía como forma de expresión, les lanzo esta idea: cuando las condiciones se ponen feas, es cuando más vale la pena apretar el disparador. Ahí es donde están las historias reales. Gracias, Alpedrete.
Nos vemos en el siguiente barrizal.